Desde que nació Diego hace 8 meses lo que más me ha costado es quitarme ese sentimiento. Mi marido se tenía que acostumbrar a una nueva ciudad por mi culpa; yo no sabía cuidar a un bebé, el niño estaba perdiendo peso, por mi culpa; no le puedo dar todo lo material que me gustaría, por mi culpa…. Por mi culpa, por mi culpa…
Sin embargo, leí un comentario en Facebook de que ese sentimiento era normal en ese momento justo. Y que muchas mujeres habían pasado por ello.
Aprendí a canalizarlo, hasta creo que lo superé…. Pero hoy la culpa ha vuelto con más fuerza por una serie de circunstancias.
Y efectivamente, hoy no es un sentimiento es una realidad. Viene con más razón que nunca… Por qué un día decidí renunciar, antes de qué fuese necesario. Por qué si no hubiese renunciado, las cosas podrían ser de otra manera.